viernes, 12 de agosto de 2016

LA TRANSPARENCIA EN VERANO.

Allí estaba yo. Tumbado sobre una toalla y ya era la tercera vez que me pisaban. Es cierto que a los veinte años ya había aprendido a convivir con mi celofanidad, pero de todos modos, ¿no se supone que no se pisan las toallas de los demás? Seguía siendo difícil vivir siendo un hombre de celofán, eso lo tenía claro. 
Ya sabéis, si habéis leído otros relatos de mi vida, que siempre tuve interés por explorar los límites de mi “don” o como queráis llamarle. Con lo cual, ...


Leer más, en La Taberna.