Llevaba todo el día en la oficina
muerto de sueño. Gracias a Dios, pensó Ángel, hoy es viernes, y a
las tres de la tarde cerramos el chiringuito hasta el lunes.
Su trabajo no era demasiado entretenido, era responsable de cobros del departamento financiero de una multinacional holandesa de la alimentación. A veces pensaba que hacía él, Doctor en Historia, trabajando con cifras. Recordaba los comentarios de alguno de sus profesores que consideraban las matemáticas como un invento del diablo. Lo cierto es que en días como este, con el cansancio de haber estado leyendo horas de más durante toda la semana, su trabajo le resultaba especialmente anodino.
Su trabajo no era demasiado entretenido, era responsable de cobros del departamento financiero de una multinacional holandesa de la alimentación. A veces pensaba que hacía él, Doctor en Historia, trabajando con cifras. Recordaba los comentarios de alguno de sus profesores que consideraban las matemáticas como un invento del diablo. Lo cierto es que en días como este, con el cansancio de haber estado leyendo horas de más durante toda la semana, su trabajo le resultaba especialmente anodino.
Cogió el teléfono móvil y marco
el número de Miriam. Ella trabajaba como maquilladora en una cadena
de televisión, por lo que, cuando no estaba maquillando en ese preciso
instante, solía tener tiempo para hablar con él.
-Hola
Cariño, ¿puedes hablar?-. La voz de Ángel sonaba tan cansada como realmente estaba.
-Por
supuesto, acabo de terminar con un payaso de los que han salido de un reality show y no creo que tenga más que hacer en toda la mañana,
¿Cómo estás?. Muerto de sueño, seguro-, le contestó ella poniendo cara de saber la respuesta.
-.Algo si que tengo. ¿Y tú? ¿Te desperté en algún momento?-
-.Algo si que tengo. ¿Y tú? ¿Te desperté en algún momento?-
-No,
solo te sentí cuando te metiste en la cama, pero no sé ni que hora
era. Por cierto, ¿Te acuerdas que hemos quedado para cenar hoy con
Luis y Aurora?- Preguntó Miriam segura que no lo recordaría.
-Joder
no, se me había olvidado, pufff… Tendré que intentar dormir un
poco esta tarde o va a ser una cena muy aburrida, al menos por mi
parte-.
-Creo
que sí. Intentaré no hacer ruido cuando llegue, por si estás
durmiendo-, contesto Miriam.
-Gracias
cielo. Bueno te tengo que dejar, el plasta de mi jefe quiere verme,
seguro que tiene algún regalito de viernes a última hora-, dijo
Ángel, con voz algo cansada.
-No
te quemes, te queda un ratito y se acabó hasta el lunes, un beso, te
quiero-. Miriam lanzo el beso sintiéndolo por el teléfono.
Colgó
el teléfono y se levanto de la silla sin muchas ganas de ver a su
jefe de departamento. Llevaba en la empresa cerca de 18 años, desde
que acabó la carrera y un antiguo compañero le dijo que había una
vacante en su empresa, que podía cogerlo mientras terminaba el
doctorado y encontraba algo relacionado con la Historia.
Con la misma carencia de ímpetu que se había levantado se dirigió hacia el despacho de Andrés Martín, su jefe directo, un contable de los de siempre venido a más por llevar toda la vida en la empresa y, durante ese tiempo, haberle hecho la pelota a todos los directores financieros que había tenido. Se aproximo a la puerta, que estaba abierta, aflojándose el nudo de la corbata. Toco en el marco diciendo;
-Hola Andrés, ¿Querías verme?-
Con la misma carencia de ímpetu que se había levantado se dirigió hacia el despacho de Andrés Martín, su jefe directo, un contable de los de siempre venido a más por llevar toda la vida en la empresa y, durante ese tiempo, haberle hecho la pelota a todos los directores financieros que había tenido. Se aproximo a la puerta, que estaba abierta, aflojándose el nudo de la corbata. Toco en el marco diciendo;
-Hola Andrés, ¿Querías verme?-
-Si
Ángel, pasa y cierra la puerta, por favor.-
Esa
respuesta le dejó frío. Es cierto que su jefe no era la alegría de
la huerta, pero el tono y su cara, transmitían que algo de lo que le
iba a decir no era del todo bueno.
Cerró la puerta tras de si y se sentó dejando caer su cansado cuerpo en la
silla de la derecha. El despacho de Andrés era tan aburrido como él
mismo, pero tenía luz de la calle, y eso lo convertía en un espacio
más agradable. Miró a los ojos de Andrés y pregunto:
- ¿Qué pasa?-
- ¿Qué pasa?-
-Ángel,
dijo sin fuerza, esto no va a ser fácil. Llevamos muchos años
trabajando juntos, no entiendo porque me han dejado a mi esto,-
comentó como entre dientes,- pero tendré que hacerlo. Te decía, que
llevamos muchos años trabajando juntos, pero me han pedido que te
comunique que, que, que tenemos que reestructurar el departamento y
sobra gente.
-Andrés,
me vais a trasladar o a echarme, y deja de dar vueltas absurdas, que
estoy muy cansado para seguir una de tus divagaciones-.
Andrés
se quedó descolocado por la rapidez de la respuesta de su
interlocutor. Esperaba algo así, pero no tan rápido. Pasados un par
de segundos salió de su estupor y repuesto, contestó a la
pregunta.
-A la calle, con todo lo que tienen que pagar más 6000 euros como gratificación por los servicios prestados y para que no vayas a incordiar con denuncias-.
-A la calle, con todo lo que tienen que pagar más 6000 euros como gratificación por los servicios prestados y para que no vayas a incordiar con denuncias-.
Ángel
se quedo un poco helado.
- Coño Andrés, o te pones a dar vueltas o te pasas de directo. ¿Cuándo será efectivo?-
- Coño Andrés, o te pones a dar vueltas o te pasas de directo. ¿Cuándo será efectivo?-
-Hoy,
ahora, ya sabes como son estas multinacionales, no quieren que estés mucho por aquí-.
La cara de Andrés pedía perdón por las formas. Sus ojos decían, si solo soy un mandado.
La cara de Andrés pedía perdón por las formas. Sus ojos decían, si solo soy un mandado.
-Excelente,
¿Me llevo mis cosas en una caja de cartón, como los americanos? O
puedo volver el lunes a por ellas-.
Ángel se incorporó en la silla como preparado para defenderse de un ataque inminente. Se sentía agredido en su fuero más interno.
Ángel se incorporó en la silla como preparado para defenderse de un ataque inminente. Se sentía agredido en su fuero más interno.
-Mejor
si te las llevas, pero tampoco sería un problema que vinieras a por
ellas el lunes a última hora-. Andrés dejo de mirarle para fijarse en una
carpeta sobre su mesa de la que extrajo toda la documentación que
tenían que ver y firmar.
-Dame
los papeles que vea si me cuadra, recojo mis cosas y me piro, que os
den mucho por culo, dieciocho años y me tiráis a la calle un
viernes a última hora, como si fuera a robaros algo, que maravilla.
¡Venga! ¡Que me des los papeles! A ver si podemos terminar con esto-. Se levantó mientras lo decía pensando en salir de allí lo antes posible.
Pasada una hora desde esa reunión, Ángel estaba ya en su SEAT Ibiza camino de su casa.
¡Venga! ¡Que me des los papeles! A ver si podemos terminar con esto-. Se levantó mientras lo decía pensando en salir de allí lo antes posible.
Pasada una hora desde esa reunión, Ángel estaba ya en su SEAT Ibiza camino de su casa.
Todavía
no había llamado a Miriam y sintió que ya podía hacerlo sin el
odio que había tenido en los primeros minutos.
Marcó
en el teléfono el número y Miriam lo cogió casi sin dar tonos.
-Hola
Cariño, contestó ella. ¿Ya saliste?-
-Si,
y para siempre-.
-¿Qué?
¿De qué hablas? ¿Qué ha pasado?- contestó Miriam sin comprender que había pasado en la hora desde su última conversación.
-Pues
eso, que me han despedido. Eso sí, me han soltado una pasta y tengo
dos años de paro. A lo mejor es mi oportunidad de hacer algo que me
guste en vez de seguir a morosos por teléfono-. Ángel sonreía irónicamente mirando hacia delante con la vista perdida a cien metros de donde estaba.
-Jo
cariño, lo siento, pero, ¿Te han dado alguna explicación? O algo-.
-Si,
que tenían que reestructurar y me ha tocado. En el fondo, casi es un
alivio. Estaba hasta las narices de hacer un trabajo que no me
gustaba y para el que no estaba preparado. A lo mejor es bueno, no
sé, no sé, ya veremos.-
-¿Cómo
te encuentras?- Miriam ahora si sonaba preocupada.
-Creo
que tranquilo, cuando llegue a casa y duerma un rato, podré pensar
mejor-.
Bueno
cielo, no te preocupes, seguro que es para mejor, y no tenemos que
agobiarnos por el dinero, ¿No? Sonaba conciliador, tranquilizador, o al menos eso quería transmitir ella.
-Seguro
que es para mejor-, contesto Ángel con una sonrisa incierta en la
cara, se debatía entre el sobresalto del momento y el alivio de
librarse de una parte de su vida que aborrecía desde hace años.
-Seguro
mi vida, vuelvo lo antes posible a casa, ¿Vale?-
-No
te preocupes- dijo Ángel antes de colgar,- te quiero-.
-Y
yo a ti, un beso-, contestó Miriam con un tono de voz algo
preocupado.
Ángel
solo quería dormir, ya pensaría en alguna solución, no era
urgente, solo lo era descansar.