Eran
las diez de la noche y llegaban tarde a cenar. Habían quedado con
sus amigos en un japonés de Majadahonda, una población cercana a
Madrid.
-No
sé que manía le ha entrado a Luis con los restaurantes japoneses, se
debe conocer todos los de Madrid-, comentó Ángel.
-Ya
sabes, está de moda-, contestó Miriam sin perder de vista la
carretera.
-Estás
tremendamente guapa esta noche, mi vida-, le dijo Ángel mientras
pasaba un dedo por el borde del negro pelo de su pareja.
-Gracias,
cariño. ¿Has descansado bien?- contestó ella sonriendo agradecida por el gesto.
-Como
un niño. Hace mucho que no conseguía dormir tan a gusto. Desde
luego si esto es estar en el paro, creo que me va a gustar-. dijo él sonriendo cínicamente.
-No
seas tonto-, dijo Miriam sonriendo, -dentro de cinco días no se podrá
ni pasar por el salón de la cantidad de libros que tendremos tirados
por allí-.
-Intentaré
que no, no te preocupes. ¡Mira! un sitio para aparcar casi en la
puerta-. contestó Ángel.
Llegaron
a la puerta del restaurante y vieron a Luis y Aurora sentados en una
mesa cerca de la puerta, charlando y comiendo algo parecido a unos
palitos de pan.
-Lo
siento-, dijo Ángel antes de llegar a la mesa.
-Soy un desastre. Me quedé dormido y mi bella esposa, me dejó descansar hasta tarde-.
-Soy un desastre. Me quedé dormido y mi bella esposa, me dejó descansar hasta tarde-.
-Mira
que gracioso, si al final tendré yo la culpa-, replicó Miriam
mientras daba dos besos a Aurora.
-No
contábamos con que llegaras pronto. Sería la primera vez en tu
vida-, dijo Luis mientras se levantaba a abrazar a su amigo.
-Que
chispa tienes chaval, no sé como te aguanta esta mujer-, dijo mientras
besaba a Aurora que aún no había tenido tiempo de replicar a nadie. -¿Cómo está el señor profesor?
-Cojonudo,
como siempre. ¿Y tú?- Respondió Luis mientras buscaba su cerveza sobre la mesa.
-Bien,
en el paro, pero bien-.
-¡No
me jodas! ¿Desde cuando estás en el paro?- Dijo Luis con cara de
sorpresa.
-Desde
hace un rato, justo antes de dormirme una siesta de varias horas-.
-Los
tíos sois la leche-, dijo al fin Aurora, -os quedáis en el paro y os
dormís varias horas para celebrarlo-.
-Ayer
se quedó leyendo hasta las tantas-, comentó Miriam mientras
gesticulaba con la cabeza mirando a Aurora que captó el mensaje.
-En vez de hacerle caso a tu mujer-, apostilló sonriendo Aurora.
-En vez de hacerle caso a tu mujer-, apostilló sonriendo Aurora.
-¡Mea
culpa, castigo corpus meum!- Dijo Ángel mientras se flagelaba con un
látigo imaginario.
-Así
me gusta-, sonrió Luis,- un buen cristiano haciendo penitencia por no
cumplir con sus deberes maritales-.
Los
cuatro soltaron una carcajada que rompió el silencio en el que se
encontraba casi todo el restaurante.
-Bueno,
al tema, que tengo hambre-, comentó Aurora.- Hemos pedido un menú
degustación para los cuatro, si os parece bien-.
-Por
supuesto que sí-, contestó Miriam cerrando la carta con cierto
alivio.
-Menos mal- suspiró con alivio Ángel. Creí que tendría que elegir yo en una carta escrita en japones.
-¿Y
ahora que vas a hacer, tío?-, preguntó Luis a un Ángel que estaba
aún un poco aturdido por todo lo sucedido durante el día.
-Por ahora, leer y descansar. Ya buscaré trabajo en unas
semanas-. Por un momento pensó que no le gustaría que
su amigo pensase que le pedía trabajo. Pero al fin siguió con su
frase.- Me gustaría encontrar algo relacionado con lo mío, ya
sabes-.
Luis
dejó la cerveza que estaba bebiendo con rapidez, como si le hubiera
sorprendido la respuesta de su compañero de carrera. Él era
profesor universitario y no sabía lo que era pasar por la situación
que Ángel le contaba. De pronto se le encendió la cara.
-¡Tío! El otro día llamaron de Sevilla para pedir colaboración en la catalogación de unos documentos medievales, algo que tenía que ver con documentación de la iglesia o algo así. Buscaban a alguien que hablase latín con conocimientos de historia medieval y que entienda el francés antiguo. Si no recuerdo mal, cumples con los tres requisitos, ¿No?-
-¡Tío! El otro día llamaron de Sevilla para pedir colaboración en la catalogación de unos documentos medievales, algo que tenía que ver con documentación de la iglesia o algo así. Buscaban a alguien que hablase latín con conocimientos de historia medieval y que entienda el francés antiguo. Si no recuerdo mal, cumples con los tres requisitos, ¿No?-
-¿En
Sevilla?- Preguntó Ángel, como fastidiado por la ciudad de origen
del trabajo. Aunque en realidad le fastidiaba que no fuera en Madrid
si tenía que separarse de Miriam por un tiempo. No le gustaba la
idea.
-A
ver señor, no es que sea un trabajo de la leche, pero te puede
servir para meterte en la rueda de la historia. Si te da la gana te
pasas el lunes por el departamento y te pongo en contacto. Tú verás-, dijo Luis siguiendo con la vista al camarero que empezaba a servirles.
-El
lunes me paso y me lo cuentas en profundidad. Pero ahora vamos a
cenar y a brindar por los futuros padres, ¿No es así?- Contestó Ángel mirando la cara de sorpresa de su amigo.
-Será….
¿Cómo te has enterado?- Preguntó sorprendido Luis.
-Me
lo ha contado Miriam,- contestó Ángel. -¡En buena hora!- Dijo
mientras levantaba su cerveza. -Es lo que tiene tener unas mujeres tan
jóvenes y bellas-, continuó Ángel mientras miraba a ambas.
Aurora era ocho años más joven que ellos y Miriam nueve, por lo que las dos mujeres se sentían bastante cerca una de la otra. Miriam estaba pensando en quedarse embarazada, pero Aurora se había adelantado, aunque ella se sentía muy feliz por su amiga.
Aurora era ocho años más joven que ellos y Miriam nueve, por lo que las dos mujeres se sentían bastante cerca una de la otra. Miriam estaba pensando en quedarse embarazada, pero Aurora se había adelantado, aunque ella se sentía muy feliz por su amiga.
-Brindemos
por mi hija, o hijo-, dijo Luis levantando su copa.
- ¡Salutem!- dijeron ellos dos al unísono.
En
voz baja, le repitió a su amigo, -el lunes a las diez te quiero ver
allí, que lo sepas-.
-Amén,
señor, Amén-, respondió Ángel de forma socarrona.
La
cena transcurrió con normalidad, entre bromas por la futura
paternidad de Luis y Aurora, y referencias a la ociosidad remunerada en la que se encontraba Ángel desde hacía unas horas.
Era
una extraña sensación la que sentía Ángel. De pronto su vida
anodina en lo laboral había desaparecido y se encontraba con todo el
tiempo que le hubiera gustado tener años atrás. Ello sumado a la
comodidad de no tener que preocuparse por el dinero durante una
temporada.
Miró a Miriam con unos ojos extremadamente tiernos,
dándose cuenta que podría al fin dedicarle más horas a su mujer y,
por supuesto, a sus libros.
Aurora detectó en varias ocasiones durante la cena, esa mirada cargada de disculpa y ternura que Ángel posaba sobre Miriam. En ocasiones Ángel echaba la silla hacia atrás para poder ver mejor a su pareja. En alguna ocasión, al cruzar la vista con Aurora, Ángel sintió calor en su mirada, como si una enorme aprobación de lo que estaba percibiendo entre él y Miriam lo inundase todo. ¿Sería esa percepción extrasensorial de las embarazadas? O simplemente Aurora veía lo muy enamorado que estaba de su mujer y eso a las mujeres, les encanta. Quién sabe.
Aurora detectó en varias ocasiones durante la cena, esa mirada cargada de disculpa y ternura que Ángel posaba sobre Miriam. En ocasiones Ángel echaba la silla hacia atrás para poder ver mejor a su pareja. En alguna ocasión, al cruzar la vista con Aurora, Ángel sintió calor en su mirada, como si una enorme aprobación de lo que estaba percibiendo entre él y Miriam lo inundase todo. ¿Sería esa percepción extrasensorial de las embarazadas? O simplemente Aurora veía lo muy enamorado que estaba de su mujer y eso a las mujeres, les encanta. Quién sabe.
Sentía que el vino y la cerveza estaban empezando a hacer efecto y
su percepción se volvía más sensorial y menos racional. Entre
medias de todo ese barullo de sentimientos podía percibir el dulce
olor del perfume de Miriam. Lo adoraba, le resultaba muy sexy ese
olor. Pero también sentía a Luis repitiendo de vez en cuando que
era una buena oportunidad lo que le había comentado de Sevilla.
Hubo
algún momento de la cena en el que creyó estar realmente bebido,
ya que escuchaba muchas veces repetido el mensaje, pero al rato se
percataba de que no era así, es que Luis seguía machaconamente con
lo mismo. Le tenía mucho aprecio, si no fuera porque los de su
generación no eran muy capaces de hablar de cariño entre hombres
sin que una sombra de homosexualidad pasara por sus mentes, se podría
decir que le tenía cariño, pero cuando se le metía algo en la
cabeza, era un plasta del copón. Era capaz de conseguir las cosas
por aburrimiento del contrario.
Ya se lo había hecho en otras
ocasiones. Recordaba una, en un examen de Paleografía Bajomedieval
en segundo de carrera. Le estuvo dando la vara durante todo el
ejercicio para que le pasara la traducción de un texto en Latín
hasta que, casi bajo coacción, se la dio con el fin de que le dejara
en paz. El otro consiguió su objetivo y, finalmente, suspendieron
los dos. Durante años estuvo diciendo que Ángel no tenía ni
puñetera idea de latín y seguramente por eso, perfeccionó su latín
hasta la exasperación. En el fondo, es posible que debiera estarle
agradecido.
Al
finalizar la cena, salieron a tomar una copa en un local cercano,
pese a las quejas de Aurora, que quería descansar y que, además, no
podía beber alcohol dado su estado. Pero cuando las chicas se
pusieron a bailar se le pasaron todos los males. Ellas son así,
comentó Luis, que seguía de cuando en cuando dando la brasa a su
colega con lo del lunes, hasta que en una de esas ocasiones, Ángel
le contesto:
- que sí coño, que voy el lunes, no me des más la vara, tío. Te juro que voy el lunes, pero no te prometo que lo acepte, ya veremos de qué va en concreto el tema-.
- que sí coño, que voy el lunes, no me des más la vara, tío. Te juro que voy el lunes, pero no te prometo que lo acepte, ya veremos de qué va en concreto el tema-.
-Venga,
vale, ya verás cómo te gusta. Ya no te lo digo más veces-, dijo
finalmente Luis, dando el tema por zanjado y apretando con fuerza el
hombro de su amigo.
Se sentía bien Luis con lo conseguido. En el fondo le debía a Ángel varias cosas en su
vida, por lo pronto haber conocido a su mujer y, ahora madre de su futuro hijo. Por un momento pensó en pedirle a Ángel que fueran ellos los padrinos de su hijo, pero un rayo de luz le pasó por la cabeza, era demasiado pronto para eso y además, tendría que consensuarlo con Aurora. Seguro que estaría encantada con ello. Pero tenía que creer que se le había ocurrido a ella. Ya lo hablarían.
Se sentía bien Luis con lo conseguido. En el fondo le debía a Ángel varias cosas en su
vida, por lo pronto haber conocido a su mujer y, ahora madre de su futuro hijo. Por un momento pensó en pedirle a Ángel que fueran ellos los padrinos de su hijo, pero un rayo de luz le pasó por la cabeza, era demasiado pronto para eso y además, tendría que consensuarlo con Aurora. Seguro que estaría encantada con ello. Pero tenía que creer que se le había ocurrido a ella. Ya lo hablarían.
Se
retiraron varias horas más tarde y con alguna copa de más. Pero
habían pasado una velada bastante divertida y a Ángel casi se le
había olvidado lo sucedido en el día. Volviendo hacia casa, pensaba
en hacer el amor con su mujer, que era lo que más le apetecía en
ese momento.
Se estaba acostumbrando a estar despierto hasta tarde y
a las cinco de la mañana se sentía pletórico. Aprovechando la
parada en un semáforo, le susurro al oído a Miriam,-¿y si
intentamos esta noche ser papás nosotros también?-
Ella sonrió con complicidad y le besó apasionadamente.
Ella sonrió con complicidad y le besó apasionadamente.
Desde
luego su primera noche como parado tampoco estaba siendo nada mala, y
prometía ser mejor al llegar a casa.
-Te
quiero-, le dijo Miriam.
-Yo más-, respondió Ángel.