Madelaine
sentía todo su cuerpo dolorido. Le parecía que llevaba en aquella
habitación toda la vida. Le costaba recordar algo bueno en su vida.
Era como si las continuas torturas a las que la estaba sometiendo
aquel animal, hubieran borrado cualquier recuerdo agradable. Desde
hacía varios días se encomendaba a la oración continuamente para
poder soportar. Hacía al menos unas horas que les habían dejado en
paz, a ella atada a la cama y a su hijo, atado a una silla y con la
boca cerrada. También hacía varios días que no se atrevía a mirar
a su hijo a los ojos. Ella sabía que estaba haciendo lo correcto,
pero no sabía como encajaría la mirada de su hijo. Le habían
tenido allí, mirando obligado como violaban a su madre, como le hacían heridas en los pechos, en el vientre, en todas
partes menos en la cara. El maldito bastardo que le estaba
torturando, decía que en la cara no le interesaba dejar huellas.
Ella gritaba de vez en cuando, entre sollozos, para que Jacques la
escuchara, cuando intuía que este podía venirse abajo, ¡NO DIGAS
NADA!! Por favor, hijo mío.
Pasaron
unos minutos más y finalmente se decidió a intentar mirar a su
hijo. Los dos tenían los ojos llenos de lágrimas, los dos sabían
cual era el final de todo aquello. Traición o tortura hasta la
muerte.
Jacques negaba sin ni tan siquiera mirar a su madre. Se sentía sucio y
estúpido, inútil y rabioso. Pero no podía hacer nada, no al menos
por ahora.
-No
te preocupes por mi hijo, harán lo que quieran con mi cuerpo, pero
mi alma sigue su camino. Tengo claro que no me vencerán-.
Jacques asintió levantando levemente los ojos. Vio de soslayo el
cuerpo desnudo y lacerado de su madre. En ese momento le pareció
mucho más mayor. Era como si de pronto hubiera envejecido más de
veinte años. Su madre tenía los ojos morados de llorar e intentaba
taparse con la manta, como no queriendo mostrarse más en ese estado
a los llorosos ojos de su hijo.
Jacques
rompió a llorar con más intensidad. No solo no podía hacer nada,
era que ni tan siquiera podía decirle a su madre lo que sentía.
-No
les des la satisfacción de verte sufrir. Ese desgraciado que me está
torturando, creo que a veces se piensa que disfruto con esto-.
Jacques
seguía mirando al suelo, comiéndose su orgullo, sus penas, su
sufrimiento.
Sonó
la puerta y madre e hijo dieron un respingo casi al unísono. Cuando
vieron entrar a Giovanni, se calmaron levemente, sabían que este no
les infringiría más dolor, al menos físico.
-Buenas
tardes, a ambos-. Hizo un gesto para que uno de sus guardaespaldas
liberara la boca de Jacques. Tras este entró una de las chicas con
material para curar las heridas de Madelaine.
-¿Les
habéis dado de comer?- Preguntó al que estaba soltando a Jacques la
boca.
-No,
el croata nos dijo que el mandaba y que no se les diera nada. Este
se ha meado encima varias veces-.
Giovanni
miró a Jacques buscando respuesta a esto con cierto aire de
culpabilidad.
-Suéltale
del todo y llevarle a que se asee, no le perdáis de vista ni un
segundo. Si intenta algo, dispararle en un pie, lo quiero vivo-.
El
sicario asintió y empezó a cumplir las órdenes recibidas. Giovanni
se volvió hacía su compañera que estaba tratando a Madelaine. Esta
le miró con cara de que las heridas que estaba curando no tenían
buena pinta. -Tiene alguna muy fea, y los desgarros vaginales y anales
necesitarían algún punto-.
-Dispón
del lo que necesites-. Giovanni salió de la habitación para ir al
cuarto en el que descansaba exhausto el torturador. Cuando empujó la
puerta vio a aquel armario tumbado boca abajo en la cama, desnudo de
cintura para arriba. Cogió el arma que llevaba en la cintura y se la
puso en la nuca.
El
croata sintió el frío del cañón en su cuello y se despertó con
brusquedad, pero sabía que no debía moverse.
-Eres
un hijo de puta sádico-, le dijo sin subir mucho el tono de voz
Giovanni en italiano. Sabía que era un idioma que el croata dominaba
mejor que el español. -Te dije que les coaccionaras, que les
torturases moralmente y algo físicamente, pero lo que has estado
haciendo con esa mujer no tiene nombre. No se quien es tu padrino,
pero te vas a ir de España inmediatamente. Vístete, recoge tus
efectos personales y desaparece de mi vista antes de que me
arrepienta y te pegue un tiro, cabrón-.
El
croata sonrió de medio lado, se sabía protegido por alguien muy
influyente. -No tienes ni puta idea de lo que estás haciendo-, contestó
el croata mientras se levantaba de la cama sin mirar a Giovanni.
-Si
vuelvo a verte, te mato-, contestó el italiano mientras salía por la
puerta de la habitación y daba órdenes explicitas a dos de sus
hombres de confianza en voz, lo suficientemente alta como para que el
croata le escuchara.- Si intenta algo pegarle un tiro y quemar el
cuerpo. Que no se cruce en mi camino mientras está aquí. Quitarle
todos los instrumentos de tortura y si se pone bravo, a la mierda con
él. Escoria como esta es lo que sobra en el mundo-.
Giovanni
se encontraba mejor ahora. En el fondo nunca había querido que aquel
tipo perteneciera a la operación, pero se lo habían impuesto. Ahora
tendría que enfrentarse con sus jefes, pero tenía claro que la
solución, sin lugar a dudas a estas alturas, no la tendrían con
violencia.
Entró
en la habitación de Jacques que estaba duchándose. Tenía a un
hombre en la puerta del baño sin quitarle ojo y con el arma en la
mano en posición de prevengan, por si era necesario utilizarla. Se
sentó sobre la cama, mirando a su alrededor, buscando la inspiración
para hablar con Jacques. No podía pedir perdón, aunque su alma lo
necesitara, pero tenía que conseguir la confianza de este y de su
madre para poder progresar.¿Pero como? Eso le preocupaba, como
empezar la conversación.
Escuchó
a través de la puerta las protestas del croata mientras abandonaba
la casa, respiró con alivio, la bestia ya no volvería a hacer nada.
En el fondo sabía que a quien tendría que pedir perdón era a
Madelaine. No podía comprender como no había visto que aquel hijo
de perra se le podía descontrolar. Cerraba los ojos y veía una y
otra vez la imagen del cuerpo desnudo de Madelaine lleno de heridas y
la cara de desesperación de la mujer. Ese no era el camino.
Cuando
salió por la puerta del baño Jacques, que había cambiado de
aspecto tras afeitarse y asearse, encontró al italiano recostado
sobre su cama, pensativo, buscando algo en el techo de la habitación.
Tan insistente era su mirada hacia el techo que Jacques miró hacia
arriba, buscando el motivo de la distracción de Giovanni. Por un
momento pensó en intentar escapar, pero ver a su custodio a menos de
dos metros y apuntándole a la espalda, le hizo desistir antes de
intentarlo siquiera.
-¿Qué quieres ahora?- Preguntó en italiano a Giovanni. -¿No crees qué ya
nos habéis hecho daño suficiente?-
-No-,
contestó lacónico el italiano. -Seguro que a tu madre si le han hecho
mucho más daño del que merece, ¿pero tú? Tu solo tienes daños
morales, y eso no nos parece justo-.
La
cara de Jacques se puso blanca en menos de un segundo. Sentía alivio
por su madre, pero pánico por el mismo. Nunca había tenido una alta
capacidad de sacrificio, no al menos en el aspecto físico. Le
producía pavor el dolor físico desde muy pequeño.
Giovanni
descubrió en el rostro de Jacques el pánico sin paliativos. Esperó
unos segundos de silencio que agudizaba el miedo en la cara de aquel
hombre. Tenía que haber sabido esto antes, se habría ahorrado daños
y problemas, como no lo había visto antes. Tras unos largos veinte
segundos de espera, dio las órdenes para que le ataran boca abajo en
la cama, desnudo y con las piernas separadas. Quería que Jacques
temiera la violación y la tortura para ver si eso le hacía
doblegarse.
Cuando
todavía no habían terminado de atarle, sollozando, Jacques susurró,- no, por favor, no me hagáis daño, os diré lo que queráis, lo que
puedo saber, la que tiene toda la información es mi madre, nunca se
ha fiado de mí ni de mi seguridad-. Rompió a llorar
desconsoladamente.
Giovanni
volvió atrás en la habitación y le preguntó directamente, -¿Qué sabes?-
Ya
se ocuparía de la madre, cuando pudiera hacerse fuerte y mirar a los
ojos a aquella mujer de valor tremendo y mayor terquedad en sus
posiciones.
-Cuéntame
algo antes que me arrepienta y suelte a la bestia para que te
sodomice y torture-.
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