Ángel
decidió parar en Madrid ante la insistencia de Miriam por ver a
algunos amigos en su viaje de vuelta. Giovanni le había llamado para
informarle que todas sus cosas las mandaban a Tomar, a una casa que
tenían allí cerca para que él pudiera seguir estudiando. Tenían
billetes para el avión a Lisboa de las 7,30 de la mañana del día
siguiente. Al llegar a Lisboa les recogería Margot y un hombre de su
confianza para llevarles a su nueva base. Al italiano no le hacía
ninguna gracia que llevara a su pareja, pero parecía un poco más
blando de lo normal cuando Ángel le dijo que -eso, ahora, no era
negociable-.
Miriam había quedado con la mujer del catedrático para intercambiar experiencias de embarazada. Sentía que Miriam se sentía ahora más cerca de Aurora, como si el ir a tener ambas un hijo en un periodo de tiempo corto hiciera apretar los lazos entre ellas. En el fondo Ángel siempre había pensado que las embarazadas eran como una secta que siempre hablaba del “nido” y de su construcción. Pero lo que temía más que a un nublado era a la andanada de preguntas capciosas que, no tenía duda de ello, le lanzaría Luis a la primera de cambio. Llevaba varios días sin hablar con su colega y sabía de su interés por el proyecto en el que trabajaba. Su problema era que no podía contarle gran cosa. Pensaba entretenerle con lo visto en Bayona, en su catedral, aunque no creía que pudiera entretenerle por mucho rato.
Miriam había quedado con la mujer del catedrático para intercambiar experiencias de embarazada. Sentía que Miriam se sentía ahora más cerca de Aurora, como si el ir a tener ambas un hijo en un periodo de tiempo corto hiciera apretar los lazos entre ellas. En el fondo Ángel siempre había pensado que las embarazadas eran como una secta que siempre hablaba del “nido” y de su construcción. Pero lo que temía más que a un nublado era a la andanada de preguntas capciosas que, no tenía duda de ello, le lanzaría Luis a la primera de cambio. Llevaba varios días sin hablar con su colega y sabía de su interés por el proyecto en el que trabajaba. Su problema era que no podía contarle gran cosa. Pensaba entretenerle con lo visto en Bayona, en su catedral, aunque no creía que pudiera entretenerle por mucho rato.
A
Miriam empezaba a notársele más las curvas. Estaba radiante, con un
color de piel envidiable y con un brillo en los ojos que vendía
felicidad a raudales. Cuando salió del baño, con el pelo revuelto y
mojado, arropada por un albornoz blanco que, en realidad, era de él,
Ángel se sintió casi en el cielo, observándola.
-¿Se
puede saber que estás mirando con esa cara de bobo?- Preguntó Miriam
con una sonrisa socarrona, como conociendo la respuesta.
-A
ti, te miro a ti-, contesto él sin dejar de mirarla. -Estás preciosa,
será el embarazo, las hormonas, o que te han parido así, pero estas
preciosa-.
Miriam
rio con fuerza. -Si no me doy prisa no llegaremos a tiempo. Quiero
hablar con Aurora mil temas. Ya sabes, cosas de embarazadas-.
Ángel
miró al cielo buscando resistencia para aguantar la que le esperaba
esa noche.
-Está
bien, prometo no retrasarte, le susurró al oído mientras besaba su cuello. -Te espero en el despacho, voy a ver mi correo mientras terminas
de vestirte, pero que sepas que preferiría hacerte el amor que cenar
fuera-.
-¿Que
te pasa con Luis? Es como si tuvieras miedo a estar cerca de él-. Miriam se había dado cuenta.
-Algo
así. No es miedo, es que no quiero contestar a las preguntas que me
va a hacer. No quiero que tenga información, es peligroso para mi
trabajo. Y me lo han prohibido explícitamente-.
-Díselo,
directamente, sin más. Dile que no puedes hablar con él del
trabajo- dijo ella con toda naturalidad.
-Ya
lo he intentado, pero sabes que es un cabezón de cuidado. Bueno, ya
lo solucionaré, que no nos amargue la existencia-.
-Que
así sea-, contestó ella con sorna.
-Graciosilla,
no me tomes el pelo-.
-¡Dios
me libre!! Prefieres, ¡¡que así se escriba y así se cumpla!!Ángel rio con ganas. Miriam siempre hacía bromas sobre las frases históricas que ellos dos utilizaban para comunicarse.
- Definitivamente, me voy a ver el correo-, dijo él mientras salía por la puerta de la habitación.