Ángel
salió por la boca del metro de Ciudad Universitaria. Eran las nueve
menos cuarto de la mañana del lunes. Finalmente iba a ver a Luis
ante la insistencia de este por presentarle el proyecto la noche del
pasado viernes.
Hacía
muchos años que no iba a la Universidad y quiso ir en Metro, cuando
él estudiaba el Metro de Madrid no llegaba hasta allí. Se sorprendió a
si mismo pensando esto y se sintió mayor entre todos los estudiantes
somnolientos que se bajaban a su alrededor. Salió por la boca del
metro y sintió un frío helador, ese frío que recordaba de su
juventud, cuando llegaba en el autobús, antes de tener su primer
coche, un Renault 4, con más años que kilómetros.
UCM |
Enfiló
la Avenida Complutense para llegar al final, pasar por delante de
periodismo hasta llegar a la Facultad de Historia. Entró en la
cafetería, tras haber atravesado el vestíbulo lleno de carteles con
reivindicaciones políticas. Al llegar a la cafetería, localizó en
una mesa al fondo a su amigo Luis, que estaba hablando con otros dos
hombres bastante bien vestidos. Definitivamente no eran
universitarios, no encajaban con aquel ambiente, desentonaban por
adultos y por la seriedad con la que actuaban en todos sus
movimientos.
Ángel
se acercó lentamente a la mesa mientras se quitaba el abrigo y la
bufanda.
-Buenos
días, perdón por el retraso, pero es que no estoy acostumbrado a
los tiempos del transporte público-, dijo esbozando una sonrisa casi
infantil para buscar la aprobación de sus interlocutores.
-No
te preocupes-, contestó Luis,- estábamos tomando un café mientras
hacíamos tiempo. Te presento-, dijo Luis incorporándose y haciendo
que sus acompañantes, al verlo, hicieran lo mismo.
-Francisco
y Martín, este es Ángel, la persona de la que os estaba hablando-,
dijo Luis mirando a su izquierda primero y a su derecha después.
Al
estrechar las manos de ambos, Ángel vio que las manos de ambos eran
grandes y fuertes, transmitían seguridad.
También vio en la solapa de ambos un símbolo que le resultaba
tremendamente familiar. Era una Tau, una especie de letra T mayúscula
roja con un reborde dorado. Era un símbolo que los templarios
utilizaban para determinar que la persona que lo portaba era de los
iniciados en las ciencias ocultas que manejaban. Solo los altos
cargos de la orden y sus arquitectos y científicos habían tenido el
honor de portar aquel signo. Después se convertiría en un símbolo
de otra orden militar.
Esto podía tener dos lecturas, o estaba ante dos freekes o eran altos dignatarios de algún grupo de los que se consideraban “herederos de los templarios”. En cualquier caso, además de picarle la curiosidad, le podía resultar muy divertido ver hasta donde conocían aquellos dos tipos la simbología templaria.
Esto podía tener dos lecturas, o estaba ante dos freekes o eran altos dignatarios de algún grupo de los que se consideraban “herederos de los templarios”. En cualquier caso, además de picarle la curiosidad, le podía resultar muy divertido ver hasta donde conocían aquellos dos tipos la simbología templaria.
Luis
se dio cuenta de la sonrisita que su amigo esbozaba e intentó
dirigir la conversación antes de que su antiguo compañero de
carrera desplegara todo su conocimiento y su poco tacto para con los
legos en esta materia.
-Estos
señores, le dijo a Ángel, están interesados en contratar los
servicios de alguien que conozca el Latín, el Francés antiguo y que
además sea capaz de determinar la autenticidad de algunos documentos
medievales. He pensado, como sabes, que esto encaja con tú perfil
perfectamente. Pero mejor que te lo expliquen ellos-.
Francisco,
que estaba a su izquierda se apoyó sobre la mesa para empezar a
argumentar su proyecto. -Su antiguo compañero de carrera, el
Catedrático Sánchez nos ha hablado muy bien de usted, a pesar de no
haber publicado nada y de no dedicarse a esto profesionalmente-.
Las
palabras cayeron sobre el espíritu de Ángel como un jarro de agua
fría, eran ciertas, pero resultaban lesivas.
-Por
otro lado, para nosotros es bueno que usted pueda pasar más
desapercibido que otras opciones, es muy importante la discreción-,apostilló el otro.
-¿Por
qué es importante?- Disparó Ángel que estaba deseando meter alguna
pregunta desde hacía un buen rato.
-Digamos
que la gente que nos sustenta-, dijo Martín enfatizando el término
“sustenta”, -quiere tener poco o ningún ruido mediático-.
Ángel
mostraba cierto temor a los que pensaban “sustentarle” y
Francisco percibió ese miedo. -No tiene nada que temer. Se lo
explicaré, dijo mientras se recostaba en la silla. Pertenecemos a un
grupo de hombres de negocios de origen Maltés y Cretense que están
intentando recuperar documentos esparcidos por toda Europa
relacionados con las órdenes de San Juan y Templaria. Nuestra
organización procura no tener repercusión mediática ni utilizar
ningún tipo de violencia para conseguir su objetivo. Uno de nuestros
más altos dignatarios es descendiente directo de Hugues de Payns,
uno de los caballeros fundadores de la Orden Templaria, como seguro
que conoce bien-. Francisco paró su discurso para comprobar la
recepción de lo expuesto. -Nuestra idea es poder recuperar todos los documentos posibles con el fin de rellenar los huecos de leyenda que quedan en
la historia de estas órdenes-.
Ángel
tenía la impresión que estaban examinándolo continuamente, era
como si le dieran la información y comprobaran en su cara si
realmente conocía de lo que le estaban hablando. -Está bien, comentó
Ángel a la vista de la tendencia del examen, se supone que Hugues de
Payns solo tuvo un hijo varón Thibaud, que sería Abad en el monasterio de
Saint-Colombe. No existe una prueba fidedigna de hijos, al menos
reconocidos de este, por lo que ser descendiente de esta rama de la
familia, resulta complejo y difícilmente demostrable, y tampoco se
conoce con claridad que tuviera hermanos-.
La
sonrisa de los “hermanos” le daba a entender, que lo que habían
intentado, era comprobar los conocimientos que Ángel tenía sobre el
tema que estaban tratando.
-Correcto-,
contestó con una cómoda sonrisa Francisco. En realidad se supone que
nuestro alto dignatario es descendiente de Archamband deSaint-Aigman. De este, como usted sabrá, es más complejo hacer el
seguimiento. De hecho, no se conoce con exactitud la mayor parte de
los datos de los fundadores de la orden-.
Ángel
asintió dando fe de los datos que se le ofrecían. Pero había algo
que no le quedaba claro en el mensaje corporal de aquel hombre. Su
cara no decía lo mismo que su boca, y eso le preocupaba.
-Respecto
a su contrato-, continuó Francisco dando por acabado el examen y por
segura la incorporación al proyecto de Ángel,- se haría por seis
meses, con un pago mensual de seis mil euros más todos los gastos
que se originen. En el caso que necesite algún colaborador, este
deberá ser aprobado por nuestra compañía. El centro de trabajo
estará, de entrada, en Sevilla, pero podría tener que desplazarse a
otros puntos de Europa. ¿Supondría esto algún problema?-
Ángel,
maduró la respuesta. La oferta era tentadora.
-Joder,
si no lo haces tu, me pido una excedencia-, interpeló Luis.
-No
creo que exista ningún problema, pero me gustaría que mi pareja me
pueda acompañar-, comentó Ángel.
-Tendremos
que consultarlo, pero en cualquier caso, no podrá acompañarle en
los posibles viajes que se originen durante su trabajo con nosotros-.
Se
produjo un incomodo silencio durante unos segundos, Ángel meditó su
respuesta. La oferta era especialmente tentadora. -Lo consultaré con
mi pareja. Estoy seguro que podremos colaborar-.
Luis
dejó escapar un suspiro de alivio mientras los dos “hermanos” se
levantaban de la mesa. Francisco le extendió una tarjeta con una
cruz griega roja en la esquina y que tenía solamente un número de
teléfono móvil.
-Esperaremos
su respuesta hasta esta noche a las diez, si no nos ha contestado,
entenderemos que no le interesa nuestra oferta y buscaremos a otra
persona. Si le interesa, le haremos llegar todo lo necesario par
poder ponerse en marcha en no más de dos días-.
-Perfecto,
Amen-. Contestó Ángel con firmeza.
La
respuesta pareció caer como un jarro de agua fría en la mesa. Todos
los que estaban allí conocían el significado de esa palabra en
latín y el uso que de ella se hacía habitualmente para dar por
cerrada una oración o por aceptada una orden, esto último durante
el medioevo en diferentes órdenes religiosas.
Al
llegar a casa, Ángel pensó en llamar a Miriam al móvil, pero prefirió esperar para hablar con ella tranquilamente. Tras haberse
despedido de los “hermanos”, había tomado un café con su amigo.
Este le había insistido en que no dejara pasar la oportunidad que le
estaban brindando. Se veía a Luis emocionado con la idea de que su
amigo por fin hiciera algo que realmente le gustara. Aunque a Ángel
le daba la impresión que casi hubiera preferido hacerlo él mismo.
El
camino de vuelta había sido tan frío como el de ida, pero con la
cabeza en como planteárselo a Miriam.
Era posible que ella pudiera pedir el traslado a las instalaciones
que el canal de televisión en el que trabajaba tenía en la ciudad
Hispalense.
Estaba
seguro que en el fondo ella estaría encantada con la idea, siempre
le había gustado Sevilla, su clima, la aparente falta de estrés de
sus gentes. A él le sucedía algo similar, pero por otro lado, era
un salto al vacío de seis meses, sin saber que pasaría después. De
otra parte, no le pedían que se fuera a vivir allí, solo a trabajar
y el trabajo parecía cuando menos apasionante. Se veía a si mismo de
nuevo rodeado de libros, legajos y diccionarios.
Seguro
que a Miriam también le atraía, pero tenía que preparar el terreno
para comentarlo con ella.
Otra
de las cosas de las que se percató en ese momento fue que ni tan
siquiera conocía el nombre del grupo para el que le estaban tratando
de contratar.
Llamó
a Luis con la esperanza de que le cogiera el teléfono.
-Dime
chaval-, dijo Luis al coger el teléfono.
-Tío,
no recuerdo el nombre que me han dicho esta gente del grupo para el
que trabajan-.
-Seguro
que no lo recuerdas, no te lo han dicho-, afirmó con seguridad Luis.
-¿Y
se puede saber por qué?- Preguntó Ángel con cierta sorpresa.
-Supongo
que porque no querían decírtelo, todavía. Te daré una pista, su
nexo con el temple es Jean-Marc Larménius-.
-Joder,
que son de la “Orden Soberana y Militar del Templo de Jerusalén-”. dijo mientras se le iluminaba la cara Ángel.
-Correcto
señor, veo que no se te ha oxidado la memoria-.
-¿Crees
que me dejarán ver la carta?-. Su voz sonaba como la de un niño escribiendo la carta a los Reyes Magos.
-Seguro
que no-, contestó Luis. -A no ser que les proporciones un enorme
resultado, en cuyo caso, lo intentaremos juntos-.
-Sería
la leche ser los primeros no iniciados en poder autentificar ese
documento, ¿no crees?- Ángel sonaba cada vez más entusiasmado.
-Sin
lugar a dudas, pero no soñemos, por ahora. ¿Ya hablaste con Miriam
de esto?- Pregunto Luis con cierta intriga.
-Todavía
no, estoy en ello, estoy preparando el terreno-.
-Ya
me contarás. Suerte amigo.- contestó Luis con cierta ironía.
-Gracias,
me hará falta-.